Tamizamos la harina con el impulsor.
Por otro lado, derretimos con cuidado la mantequilla junto con la leche (ojo no acabéis con el microondas pringao, bajad la potencia y vigilad).
Ahora viene la magia para una esponjosidad máxima: En un cazo ponemos agua a calentar y en un bol aparte batimos los huevos ligeramente. Incorporamos el azúcar, la miel y la vainilla. Colocamos el bol sobre el cazo, en el agua, vamos removiendo y con un termómetro vigilamos la temperatura hasta que alcance unos 40º. (Si usamos el "dedómetro", pues hasta que lo notemos calentito).
Retiramos del calor y con unas varillas batimos fuerte hasta que el volumen incremente y blanquee. Añadimos la harina con el impulsor y con una espátula mezclamos con movimientos envolventes para evitar que se baje demasiado.
Ponemos un poco de la masa en el recipiente donde tengamos la mantequilla y la leche. Mezclamos bien. Vertemos todo en la masa principal y mezclamos de nuevo con la espátula hasta que quede bien integrado.
Rellenamos las cápsulas de magdalena hasta 1 cm del borde más o menos. Si son cápsulas rígidas o estamos usando una bandeja de metal para magdalenas, las golpeamos ligeramente para que las burbujas suban.
Horneamos durante 20' a 170º, con cuidado de que no queden demasiado tostadas como las mías