Después mezclamos las harinas, el agua y el escaldado y amasamos hasta que quede todo unificado. Dejamos reposar 20 minutos para que la harina se hidrate. Añadimos la levadura y el azúcar a la masa, amasamos de nuevo para incorporarlo todo. Después va la sal, y volvemos a amasar hasta que quede de nuevo unificado.
En este punto le he metido unos 10-15 minutos de amasadora, y le he añadido la mantequilla, amasando de nuevo otro buen rato hasta que ha quedado completamente integrada.
Cogemos la masa, la formamos en una bola y la dejamos reposar hasta que doble su volumen en un bol cubierto.
Por otro lado, engrasamos el molde que vayamos a usar (con aceite o mantequilla).
Una vez doblada en volumen, le sacamos el aire y formamos un cilindro. La colocamos en el molde y dejamos fermentar de nuevo hasta que crezca hasta un tamaño considerable (si es más del doble mejor, pero con cuidado de que no os pase como a mí, que me he pasado un poco y luego se me ha desinflado en parte). Si hundimos el dedo ligeramente en la masa, tiene que recuperarse despacio pero no dejar hendidura.
Pincelamos la parte superior del pan con agua y colocamos el sésamo. Por probar, le he hecho un corte con el cuchillo para ver si se expandía a pesar de haberse pasado de fermentación (y sí lo ha hecho, un poquito).