Mezclamos todo y amasamos hasta que la masa sea homogénea. Metemos el bolo en un tupper que cierre bien y lo dejamos 12 h en la parte alta de la nevera, para que fermente despacio. En mi caso, esto lo hice a las 9 de la noche y seguí el proceso al día siguiente más o menos a las 10.
Enharinamos la encimera y volcamos la masa encima. La formamos en un rectángulo con cuidado para no desgasarla demasiado y la dejamos atemperar unos 10 minutos.
Con la ayuda de un cortador o un cuchillo, dividimos el rectángulo en dos (si queremos dos barras) o en cuatro (si queremos cuatro panes como los que hice). Dejamos reposar 20 minutos aproximadamente hasta que estén esponjosas y ya no estén frías. Si vemos que aún no se han atemperado, esperamos un poco más. Si vivimos en un clima seco y se nos seca la masa, podemos evitarlo con un poco de film transparente aceitado.
Mientras esperamos, vamos precalentando el horno a 250º C.
Cuando estén listas, las introducimos dentro y vertemos medio vaso de agua en la parte de abajo del horno, para que haga vapor (o en una bandejita que hayamos metido antes al calentar el horno.
Tras 10 minutos, bajamos la temperatura a 200. Si habíamos usado bandeja, la podemos sacar ya. Seguimos horneando entre 25 y 30 minutos más, hasta que veamos que están ya doraditas (pero sin pasarse).
Finalmente, lo dejamos reposar en una rejilla hasta que se enfríe del todo.