Preparamos en un bol mediano la harina, el impulsor y la ralladura de limón. Mezclamos bien con un batidor manual.
En un bol grande y con una batidora de varillas (o un robot, lo que tengáis), batir los huevos con el azúcar hasta que hayan aumentado de volumen y estén bien blanquitos. Cuanto más disuelto quede el azúcar, mejor.
Por otro lado, coloca en una jarra la nata, el aceite y el zumo de medio limón. Con un batidor de mano le damos caña, es muy fácil hacerlo haciendo rodar entre las manos el mango del batidor en posición vertical, hasta que la mezcla emulsione y espese. No tarda más que unos segundos, me he quedado alucinada hasta yo de la velocidad 😆.
Vertemos la mezcla de la jarra en el bol grande y mezclamos de nuevo con los huevos y el azúcar hasta que quede bien incorporado.
Añadimos la mezcla de harina, impulsor y ralladura al bol grande y volvemos a mezclar a mano (o con la batidora pero a baja velocidad) hasta que quede todo bien mezclado.
Tapamos el bol y lo reservamos en la nevera.
Preparamos el horno calentándolo a 200º C.
En una bandeja de metal para magdalenas, colocamos las cápsulas de nuestra elección, y en cuanto el horno esté listo sacamos la masa (que estará un pelín fría) y con ayuda de una cuchara de helado o de una manga pastelera rellenamos las cápsulas de magdalena hasta medio centímetro del borde.
Añadimos un poco de azúcar perlado en el centro de cada magdalena.
Horneamos durante 5 minutos a 200ºC y durante 15 minutos a 180ºC.
Repetimos el horneado hasta terminar con la masa.
Notas
Si ves que son muchas, las puedes congelar e ir sacándolas conforme necesites. Las puedes descongelar al microondas.
Palabras clave capricho, clásicos con un twist, dulce