Juntamos los ingredientes del prefermento en un tupper o una jarra y lo tapamos. En una media hora o así, ya estará burbujeante y listo para usar, lo podemos comprobar moviéndolo con una cuchara: veremos las burbujas de la fermentación de la levadura.
En un bol grande (de la amasadora o robot, o en uno para hacerlo manualmente 💪) mezclamos el prefermento y la harina, el azúcar, la sal y los huevos. Es decir, todo menos la mantequilla.
Le damos caña amasando unos dos minutos y descansando cinco, en varias veces, hasta que la masa quede elástica y suave.
Añadimos ahora la mantequilla y repetimos las secuencias de amasado/descanso hasta que al coger una porción de la masa y estirarla se cree una membrana fina sin llegar a romperse. Aunque no te preocupes si no llega a salir bien del todo, porque el resultado va a estar rico igualmente.
Formamos una bola y dejamos reposar la masa cubierta, hasta que empiece a subir. En este punto yo la meto al frigo y la dejo hasta el día siguiente. Por la mañana la saco y la dejo a temperatura ambiente hasta que deja de estar demasiado fría (2-3 horas).
Amasamos un poco y engrasamos un molde rectangular para pan (si es un molde perforado lo cubrimos con papel del horno debidamente cortado para que quede forrado por dentro, poder del origami ven a mí). Dividimos la masa en varias bolas (yo hice cuatro), las hacemos rodar hasta que estén suavecitas y tirantes y las metemos en el molde.
Pintamos la superficie con un poco de huevo batido (leche también sirve).
Dejamos reposar de nuevo (cubriendo el molde por ejemplo, con una bolsa de congelar) hasta que la masa se vea crecida.
Horneamos en el horno a 180 durante 45 minutos aproximadamente. Si tenemos un termómetro «de pincho», nuestro brioche estará hecho cuando en el centro de la barra haya 88ºC. El «culo» debe sonar hueco.
Si vemos que se tuesta demasiado por arriba, cogemos una lámina de papel de aluminio, doblamos los bordes hacia adentro un par de veces para reforzarlos, y se la ponemos al brioche por arriba a modo de sombrero.