Mezclamos la harina con la almendra molida y la colocamos sobre papel de horno en una bandeja. Horneamos unos 20 minutos a 180º hasta que se tueste (pero sin quemarse, que quede sólo ligeramente marrón) removiendo de vez en cuando.
Una vez tostada la sacamos y la dejamos enfriar.
Colocamos en un bol la harina, la manteca y el azúcar y amasamos hasta obtener una masa homogénea y que no se desmigue.
Una vez la pasta está homogénea, la dividimos en dos. A una bola le añadimos el cacao, a la otra la canela y las especias. Integramos bien el polvo en cada una de las bolas y aplanamos un poco. Dejamos reposar en el frigorífico una media hora para que se endurezcan.
Precalentamos el horno a 210º, calor arriba y abajo. Extendemos con un rodillo la placa de masa con un grosor aproximado de centímetro y medio (nos podemos ayudar de bolsas de congelar o más papel de horno para que sea más fácil extenderlo, como cuando hacemos galletas de mantequilla.
Con ayuda de un cortador, o un vaso pequeño hacemos círculos y los colocamos sobre papel de horno en la bandeja.
Juntamos los recortes, aplanamos y recortamos, hasta que no quede masa, hay que aprovecharlo todo 🙂
Horneamos durante 15 minutos, o hasta que los bordes empiecen a tostarse. Cuidado con los de chocolate que se queman con facilidad, es difícil ver cuándo están hechos por ser tan marrones de base.
Mientras la primera hornada se hace, preparamos la segunda. Podemos pasar la parte superior de los polvorones de canela y especias por sésamo (ajonjolí) para darles más sabor todavía. Los horneamos con el sésamo encima para que también quede tostado.
Para los de chocolate, podemos espolvorear un poco de azúcar glass por encima, una vez fríos.