Realmente no me han quedado muy espectaculares a la vista (y prometo hacer una foto cuando lo repita con calma y sin una tirita en el dedo, snif :_( ), pero si os gustan los contrastes de sabores, esta mezcla os va a gustar. La receta me la ha dado Shila (y las bananas de Costa Rica también, porque es así de maja ella), amiga de toda la vida y fisio a jornada hipercompleta, después de confesarle que eran más de las nueve de la noche del jueves y no tenía nada para publicar hoy, ¡ohmaygad!
Lleva fruta. Plátano. Y frutos secos, que son muy sanos. Y miel… que lo cura todo según las yayas, no?
Ingredientes (1 ración, para forever alones)
- 1 plátano o equivalente
- 1 tortita de trigo o maíz (busque en la sección de comidas internacionales de su tienda habitual, o donde las patatas fritas(?) si es el Mercadona)
- Mantequilla de cacahuete
- Canela al gusto
- Miel (yo soy pija y la pongo de Azahar)
Elaboración del Maki-Sushila
Estoy últimamente con unas recetas de dificultad técnica excesiva, perfecto para los viernes ¿no? Va, al turrón:
Colocamos la tortita sobre una superficie plana y la untamos de mantequilla de cacahuete. Espolvoreamos canela al gusto. Añadimos la miel a hilillo, para darle un toque, no hace falta que nade.
Pelamos el plátano (lo digo para que la receta no quede tan corta así le doy más suspense ¿no?) y lo «moldeamos» un poco para que quede lo mas recto posible. Enrollamos la tortita con el plátano y todo el unto dentro.
Con cuidado de no cortarnos (no seáis como yo de torpes, que ahora voy con una tirita en el dedo y duele) cortamos las piezas a un tamaño respetable, como de «bocado».
Disfrutadlo repantingados en un sofá y viendo vuestra serie favorita. Está al nivel del helado para curar penas.
Variaciones? Infinitas. Os las dejo a vosotros 🙂
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