El otooooño, las calabaaazas, los halloweenes… Estamos en esa época del año donde a todo le pega un puñado de especias, a lo loco.
Y la calabaza no es una excepción. Hay multitud de recetas otoño-invernales que la utilizan (Starbucks, te estoy mirando). Hoy, queridos desvanieros, os traigo una receta típica americana con la calabaza y las especias como protagonistas.
El pastel de calabaza (o pumpkin pie), se compone de una masa quebrada a modo de base y un relleno de textura cremosa en la que se juntan la calabaza con las especias. El relleno en concreto de esta receta queda parecido a una panna cotta, pero un poco menos denso. Para que os hagáis una idea.
No me enrollo más, ¡vamos al lío!
Ingredientes
- 330 ml – 350 ml de puré de calabaza asada (Para hacerla, hornear a unos 170º hasta que al pincharla esté blandita, descartar el agua que suelta)
- 2 huevos
- 1/4 vaso de azúcar con melaza oscuro (dark brown sugar)
- 1 pizca de sal
- 1 cdta. de canela
- 1/2 cdta. de jengibre molido
- 1/8 cdta. de nuez moscada molida
- 1/8 cdta. de clavo molido
- 1/8 cdta. de cardamomo molido
- 1/4 cdta. de ralladura de limón
- 3/4 de vaso de nata de montar
- 1 lámina de masa quebrada (casera o comprada)
Cómo hacer el pastel de calabaza
En un bol juntamos los huevos, el azúcar, la sal, las especias y la ralladura de limón y mezclamos bien con unas varillas.
Añadimos la calabaza y la nata, mezclando bien de nuevo.
Preparamos en un molde redondo una base de pasta brisa o masa quebrada (casera o comercial). Cortamos lo sobrante sin apurar demasiado, que luego se encoge. Los recortes podemos hornearlos aparte y zampárnoslos si el mono nos puede.
Precalentamos el horno a 220º, calor arriba y abajo.
Para que la base quede más firme podemos hornearla unos minutos en vacío, rellenándola con garbanzos de modo que no se levante.
Rellenamos la base con la mezcla y le damos unos golpecitos para eliminar cualquier burbuja de aire que se haya podido formar. Después introducimos nuestro pastel en el horno. Lo colocaremos un nivel o dos por debajo del centro, y bajamos la temperatura a 180º, calor arriba y abajo y lo cambiamos abajo si vemos que se está dorando demasiado por arriba.
Horneamos unos 50 minutos. Cuando al introducir un cuchillo en la zona intermedia (ni muy al centro ni muy en el borde) salga limpio. Sacamos del horno y dejamos reposar, seguirá cocinándose un buen rato hasta que se enfríe, hay que aguantar la tentación de pegarle un bocao muy fuertemente.
Una vez fría, ¡lista para disfrutar!
Opcionalmente, podemos colocar encima de cada porción una nubecilla de nata montada.
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